Los segundos transcurren sin apenas pararse a
pensar que con su mero transcurrir provocan que los minutos vayan detrás. Con
cada minuto marcado se acerca más el fin de la hora también acusada de que
pasen los días tras ella. Así discurre el lento caminar de la vida y su eterna
sabiduría.
Podría afirmar que desde el inicio de los
tiempos el ser humano se ha encontrado en alguna situación en la que ha
escuchado un consejo o ha dado uno él mismo. Es típico que se comience con un
“yo de ti…” exclamado por algún alma que quiere compartir su sabiduría o que
está preocupada por el alma receptora del mismo. Nos encanta hablar desde la
experiencia y aconsejar e intentar evitar que el resto de mortales cometan las
mismas estupideces que nosotros ya hicimos. ¿Pero nos hemos parado en lo que
realmente estamos haciendo? Entorpeciendo el aprendizaje de otras personas:
- No te cases.- dijo una esposa.
- No tengas hijos.- dijo una familia
numerosa.
- No te hagas periodista.- dijo un reportero.
La gente aconseja de cosas que ellos mismos
han hecho y que pretenden que no hagan otras personas cuando saben que el
camino de la vida lleva directo a ese tipo de acciones: pasar por una
borrachera enorme, seguir a un líder que se mete fácilmente en problemas,
mentir por algo que creemos justificado… En fin, sobre todo nos atrae aquello
que nos presentan cuál manzana roja en bandeja de plata.
Pero todo esto no es malo ni mucho menos,
somos lo que somos gracias a nuestras pequeñas desviaciones que nos hacen
aprender algo. Y es que la vida trata de eso, de vivir, de caer, de levantarse,
de tropezar, de equivocarse, de corregir, de aprender, de caminar. Así que,
querido lector, escucha los consejos que te den pero no te olvides de lo más
importante: aprender por ti mismo.
Hasta la próxima.
2 comentarios:
Esos pies me suenan xD Tienes toda la razón, nos pueden dar miles de consejos, pero lo mejor es aprender por nosotros mismos.
Totalmente de acuerdo. Me ha gustado mucho el estilo del post de hoy ;-)
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