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3. 1. "¿Qué es la vida? Un frenesí."



Las personas esperan ansiosas las vacaciones para evadirse de la rutina de su día a día laboral o estudiantil. Estoy segura de que si preguntara por qué quieren vacaciones y a qué se dedican la respuesta más generalizada sería que aprovechan las vacaciones para descansar, para leer ese libro que tienen en espera o para poder disfrutar de cada segundo del día haciendo lo que más desean. Pero yo me pregunto, ¿no podemos disfrutar del instante el resto del año? 



Viajar es una de mis pasiones, conozco a mucha gente que vive en otras comunidades y eso me da la opción de poder visitarlas con la excusa de querer ver a alguien. Alguna que otra vez he disfrutado de un paisaje precioso en esas ciudades, me he parado a ver un atardecer en un simple parque mientras mucha gente pasaba a mi alrededor mirando el reloj y casi corriendo. Yo creo que la rutina nos llega a cegar y hace que nuestra prisa por hacer las cosas haga que no apreciemos lo que tenemos alrededor. Y esto mismo es lo que nos pasa a la hora de conducir.

Las ciudades se caracterizan por un elevado porcentaje de ruido, producido en parte por los pitidos y ruidos de motor. Cuando me monto en el coche y salgo a la carretera ya sé que tengo que tener mil ojos porque, aparte de tener cuidado con cumplir meticulosamente las normas de tráfico, tengo que tener cuidado con quienes no las cumplen y pretenden que yo tampoco lo haga. Mi impresión sobre la gente que conduce es que hay personas que se suben en el coche y quieren estar en un segundo en su destino. Yo, querido lector, no soy de esas. Cuando me pongo frente a un volante me invade una sensación de serenidad, me gusta conducir con precaución y disfrutar del momento, de lo que hago. No tengo prisa en llegar a mi destino y, sobre todo, porque si la tuviera podría ser la última vez que me subiera en un coche. Es por todo esto que me remito a mi pregunta del principio “¿no podemos disfrutar del instante el resto del año?” mi respuesta es que todos deberíamos disfrutar de cada momento, sin importar si estamos de vacaciones o estamos trabajando. Empieza por ti mismo, lector, mira a tu alrededor y da gracias por poder admirar la belleza y por poder escuchar sus ruidos. Y recuerda, puede ser la última vez que lo hagas. Disfruta.

Hasta la próxima.

3 comentarios:

Laura

Estoy totalmente de acuerdo contigo en lo de disfrutar cada momento. A mi me gustan todas las estaciones porque cada una tiene algo especial: el frío del invierno, ver una película bajo una mantita, sacar el árbol de navidad o la ilusión por un nuevo año. La alegría de la primavera, la entrada del buen tiempo y los colores de las flores. El sol del verano, el olor a mar y el tacto de la arena bajo los pies desnudos. La melancolía del otoño, los árboles desnudándose de sus hojas y la llegada del fresquito por las noches. Cada instante puede ser mágico.

Además, lo que has dicho de que la gente quiere las vacaciones para viajar... ¿por qué no disfrutar del lugar donde vive cada uno? Hay que pensar que todos viajamos para visitar los lugares de otros, así que, ¿por qué no disfrutar los propios como si fuéramos extranjeros?

;-)

PD: Siento el comentario tan largo, pero me he emocionado.

Alicia

Hola Sonia,
La idea de las vacaciones está muy masificada, es para consumir y consumir. Además, mucha gente lo único que hace en vacaciones es ir a la playa, una rutina más, aunque un pequeño descanso nunca está mal. Pienso también que las nuevas tecnologías hacen que seamos más impacientes, que queramos más rapidez. Cuando sacan un producto nuevo, mencionan la rapidez con la que desempeñan su tarea: móviles, Internet, aviones, trenes, noticias, etc. Esto crea un problema con uno mismo, pues tanta rapidez van en contra de nuestra naturaleza y como bien dices, no disfrutamos de lo que tenemos en nuestro alrededor. El mundo va más deprisa de lo que podemos asimilar, y esto nos está volviendo locos, como periodistas menuda nos espera...

Alicia

Es cierto que hay que disfrutar del lugar de uno mismo, pero viajar a otros países te abre la mente y aprendes a ser tolerante conociendo a otras culturas. Además, por mucho que quieras a Murcia, no la puedes comparar con, por ejmeplo, París, cuya riqueza cultural, artística e histórica es mucho mayor.

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